Soneto al bar Bocao

¡Ay, corte milagrosa de beodos!
¡Ay, reino criminal de los ultrajes!
Albergas curación con tus brebajes
a toda educación o finos modos.

Allí en tu futbolín perdí los codos,
hallé sin yo pedirlo otros lenguajes.
Conocí en tu penumbra a personajes
traídos directamente de los lodos.

Ratitas bien rabiosas y berracas,
formando en su interior un buen cacao,
irán luego a griparla a las cloacas.

Despierto resacoso y aún burlao
pensando en un sofá en Matahacas:
fue otra noche fresca en el Bocao.
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