¡Ay, corte milagrosa de beodos! ¡Ay, reino criminal de los ultrajes! Albergas curación con tus brebajes a toda educación o finos modos. Allí en tu futbolín perdí los codos, hallé sin yo pedirlo otros lenguajes. Conocí en tu penumbra a personajes traídos directamente de los lodos. Ratitas bien rabiosas y berracas, formando en su interior un buen cacao, irán luego a griparla a las cloacas. Despierto resacoso y aún burlao pensando en un sofá en Matahacas: fue otra noche fresca en el Bocao.
Soneto al bar Bocao
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