Camarada

No quiero completarte, ni que tú me completes,
ambos somos ya enteramente enteros.
No quiero que nos vean como piezas de un puzle,
somos rotundamente autónomos sujetos;
libres, independientes, soberanos completos,
sin ser príncipe azul ni princesa de cuento.
No quiero ser timón del barco que nos lleva,
ni quiero que seas vela provechosa del viento,
prefiero que rememos muy juntos codo a codo,
disfrutando el viaje aunque vaya más lento.
Mi pena será mía y para ti la tuya
y de las alegrías a cada cual la suya.
Eso no significa que no se pida ayuda
y que al dar una fiesta el otro ya ni acuda.
Eso quiere decir —es la verdad tan brusca—
que la felicidad cada cual se la busca.
Que yo pueda vivir aunque tú estés ausente,
que tú puedas vivir aunque no esté presente.
Que seamos Tú y Yo, no sólo una pareja,
que no sea este amor, un amor entre rejas.
No ser esa naranja partida a la mitad,
ni ser uno creyente y el otro su deidad.
No usar los posesivos
—mi mujer, mi hombre—
si ya que los tenemos,
mejor usar los nombres.
Unirnos plenamente en plena libertad,
ser dos seres humanos en total igualdad.
Ser mientras que seamos
y mientras seamos ser:
compañeros de vida,
amantes del querer.








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