Como cada Viernes

Entramos en esa cafetería como cada Viernes después de salir de fiesta. Esperábamos siempre al dueño sentados en el bordillo de la acera, completamente despeinados, con las camisas abiertas y echados unos sobre otros, muertos de sueño y cansancio pero terriblemente hambrientos. Más de una vez uno de nosotros tuvo… Continuar leyendo