Descansa ya, abuela mía, sobre los campos trillados por las manos señoriales de tus niños emigrados. No te despiertes, viejita, sueña con tiempos pasados y al despertar de tu siesta cuéntame con qué has soñado. Quizás con tus olivares o con tus montes nevados o con tus azules costas o tu desierto esquinado. Tú no me sueñes, mi vieja, con muros ensangrentados ni con las muertas cunetas de los versos enterrados. Descansa sobre tus mimbres, sabemos lo que has luchado, ya nos quedamos tus nietos andaluces, levantados.
Lucía
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